Se dejó caer en casa.
La caída no fue triste, diría, sino llena de pensamiento.
Se sintió independiente.
Se sentía amado.
No podía sentir nada.
El pensó.
Él siempre estaba involucrado,
Siempre parloteando sin cesar, no meditando.
Es por eso que le encantaba el camino a casa cuando él lo encontró.
Es por eso que él era quién era.
Pensó y pensó profundamente.
Tenía tantos pensamientos que no podía recordar el pasado.
Pensamientos sobre el mundo, sus padres,
Pensamientos acerca de sus pensamientos.
Amaba a estos pensamientos.
Ellos lo definieron.
Pensamientos que salieron de la nada.
Cuando él estaba en un estado de olvido, pensó.
Tenía que estar en un entorno anómalo,
De lo contrario no tenía pensamientos para definirlo,
Para él y su cerebro combustible.
Nadie sabía de sus pensamientos.
Sabía a sí mismo.
Suyos, y sólo suyos.
Le hacían sentir seguro.
Le hacían sentir maduro.
Él pensaba “no hay escuela que pueda enseñar las cosas.”
Lo que pensaba no tenía sentido para ningún otro ser que él.
Nunca podía profesar.
Estaban atrapados, él y sus pensamientos.
Algunos se perdieron en el camino y lo dejaron.
Estos pensamientos que lo dejaron lo convirtieron en quién es hoy.
Los que se escaparon.