Puerto Rico, una isla pequeña en el Caribe, tiene una historia muy compleja por retos como la colonización, los conflictos internacionales y, recientemente, su relación con los Estados Unidos. Hoy en día, es un territorio asociado de los Estados Unidos: no es un estado, y entonces no tiene representación en el gobierno federal, pero tampoco es un país independiente. Las discusiones sobre su estatus político continúan dividiendo a su población y también influyen en las conversaciones con los Estados Unidos.
Antes de convertirse en un territorio asociado, Puerto Rico era una colonia española por cientos de años, desde la llegada de Cristóbal Colón en el año 1493 hasta la Guerra Hispanoestadounidense en 1898. Después de esta guerra, que ganaron los Estados Unidos, España le cedió Puerto Rico, Las Filipinas y Guam. En los años desde entonces, Las Filipinas consiguieron su independencia, pero Guam y Puerto Rico siguen como territorios asociados de los Estados Unidos. La gente de Puerto Rico ganó la ciudadanía estadounidense en 1917, y ellos pueden votar por su gobierno local. El problema es que Puerto Rico no tiene representación en el gobierno federal; ni senadores, ni representantes, ni nada. Tampoco pueden votar por el presidente.
Entonces, Puerto Rico sigue como parte de los Estados Unidos, pero la gente allí no puede votar en los temas nacionales. Este problema nos lleva al problema de hoy: ¿debe Puerto Rico seguir como territorio, salir de los EE.UU. y convertirse en país independiente, o convertirse en un estado de los EE.UU.?
Los que apoyan el statu quo dicen que Puerto Rico debe seguir como una parte de los EE.UU. para que su gente pueda contar con su apoyo en los retos internacionales, pero ellos también quieren que los EE.UU. den a Puerto Rico más independencia. De esta manera, Puerto Rico puede mantener su identidad cultural, pero también puede contar en su relación con los Estados Unidos.
Por otra parte, los puertorriqueños que quieren que Puerto Rico se convierta en país independiente piensan que su nación tiene su propia identidad y cultura, no debe estar sujeta al gobierno federal de los EE.UU. Quieren establecer su propio gobierno y economía, y están dispuestos a renunciar a la protección y poder del gobierno federal de los EE.UU. Este movimiento incluye una minoría pequeña de puertorriqueños, pero todavía es una opción.
Finalmente, los que quieren ser un estado estadounidense quieren ser, oficialmente, parte de los Estados Unidos. Ellos quieren poder votar en las elecciones nacionales y tener representantes en el Congreso. Esta opción requeriría que los puertorriqueños paguen los impuestos federales sobre la renta, pero tendrían más poder democrático con respecto al gobierno federal. Los proponentes de esta opción dicen que Puerto Rico ya es parte de los Estados Unidos y quieren mantener una relación buena; de verdad, quieren convertirse en el estado número cincuenta y uno.
Desde 1967 Puerto Rico ha realizado varios referendos sobre su estatus que han dado resultados diversos y no concluyentes. En el referéndum de 2020, por ejemplo, el cincuenta y dos por ciento de los votantes apoyaron la estadidad, pero el Congreso federal no actuó sobre ese resultado. También, sólo el cincuenta y cinco por ciento de la gente votó, y entonces es difícil decir qué quieren los puertorriqueños.
El noviembre pasado, la gente de Puerto Rico votó otra vez en un nuevo referéndum. Este fue controversial porque no daba la opción de seguir como Puerto Rico está hoy en día, una opción con la que muchas personas están de acuerdo. Esta vez, cincuenta y siete por ciento votaron por la opción de ser estadounidenses, y en total cincuenta y siete por ciento de la población votó, indicando que una mayoría muy pequeña de puertorriqueños todavía quiere entrar en los EE.UU. como un estado oficial.
Sin embargo, el problema más grande es que estos referéndums no cambian nada oficialmente. La decisión de si Puerto Rico debe convertirse en un estado depende del Congreso de los EE.UU., y la pregunta de la categoría de estado para Puerto Rico no es un problema en el que el Congreso piense mucho. Recientemente, la Ley del Estatus de Puerto Rico ha sido propuesta en el Congreso, y fue pasada en la Cámara de Representantes, pero no todavía en el Senado. Esta ley dice que los puertorriqueños deben votar, de una vez por todas, en lo que será su futuro. De esta manera, la gente de Puerto Rico podría votar democráticamente sobre su estatus. Desafortunadamente, es probable que no haya mucho progreso en esta ley, porque simplemente no es un tema al que la gente presta atención; en otras palabras, no es una prioridad a los ojos de nuestro gobierno.
Otro problema es que si el Congreso da el estatus de estado a Puerto Rico, probablemente también daría este estatus a Washington, DC. Al Partido Republicano no le gusta este propósito, porque Puerto Rico y Washington probablemente votarían mucho por el Partido Demócrata. Entonces, es difícil decir cuál será el futuro de Puerto Rico.
Puerto Rico sigue siendo un caso único en el mundo, atrapado entre su historia colonial y su identidad como territorio estadounidense. Los próximos años serán muy importantes para definir su estatus, y tanto las decisiones en Washington como las voces de los puertorriqueños serán determinantes para su futuro. ¿Será la estadidad la última decisión o ganará otra solución? Solo el tiempo lo dirá.