Este poema nació en el verano del año 2022. Estaba en la campiña de Nueva York con mi familia, manejando a la casa de mis abuelos. Mientras miraba por la ventanilla del coche, empecé a observar un fenómeno extraño: una cruz de madera ocasional, al lado del camino. El coche estaba en silencio después de tantas horas de conducción, y sentí que una solemnidad me invadía, mirando las cruces. Parecían tan desesperadas y pequeñas en comparación con los eventos que las causaron, y en comparación con la pérdida de una vida. Quería expresar la gravedad de las cruces que pesaban en mi corazón con un poema. Son memoriales de vidas acortadas para siempre.
La cruz al lado del camino
Laurel Davies
La cruz al lado del camino tiene unas flores colgando
Flores silenciosas que ondulan en la brisa.
Todo está tranquilo bajo el sol,
Donde la cruz se encuentra, junto al camino.
Hace dos noches, el chirrido de metal desgarrado rasgó el aire.
Como los gritos de un millón de buitres,
El sonido duró a la vez un momento y una eternidad, torciendo, cortando—
Luego nada se movió.
El hombre joven en el asiento de conductor,
Cuya mente estaba demasiado ahogada para ver la advertencia roja intermitente en el salpicadero…
Él no se movió.
En la base de la cruz, junto al camino, hay una fotografía sonriente, rodeada de cubos brillantes perfectos de vidrio roto.
Fuentes
“Mulholland Highway Memorial,” Flickr, 2011, Yahoo!, fecha de consulta 31 enero 2023, en https://www.flickr.com/photos/duald/6311378298/#.